Resumen
Antes de morir, Lehi citó una profecía acerca de José Smith, hecha por José de Egipto aproximadamente 1700 años antes del nacimiento de Cristo. Después de la muerte de Lehi, Nefi escribió acerca de sus sentimientos más profundos y nos demostró, mediante su ejemplo, cómo podemos volvernos al Señor cuando experimentamos los desafíos de la vida terrenal. Debido a que Lamán y Lemuel planeaban matarlo, a Nefi se le advirtió que tomara a “aquellos que creían en las amonestaciones y revelaciones de Dios” (2 Nefi 5:6) y huyeran al desierto. Él y quienes lo siguieron establecieron una nueva comunidad, donde prosperaron y llevaron una vida que los condujo a la felicidad.
4 José
En el proceso de traducción de El Libro de Mormón José Smith descubrió que una gran parte de la profecía que hizo José de Egipto en 2 Nefi 3, se refería a él mismo. Se menciona a cuatro personas que tienen el mismo nombre:
José, el último hijo de Lehi y Saríah (2 Nefi 3:1–3).
José vendido para Egipto (2 Nefi 3:4–5).
José Smith, hijo (2 Nefi 3:6–15).
Joseph (José) Smith, padre (2 Nefi 3:15).
El José de los Últimos Días
El presidente Brigham Young (1801–1877) hizo la declaración siguiente acerca de la preparación del Señor para la misión de José Smith:
En los concilios de la eternidad, mucho antes de que se establecieran las bases de la tierra, fue decretado que él, José Smith, sería el hombre que, en la última dispensación de este mundo, habría de llevar la palabra de Dios a la gente y de recibir la plenitud de las llaves y el poder del Sacerdocio del Hijo de Dios. El Señor había estado teniéndolo en cuenta, así como también a su padre, al padre de su padre y a sus antepasados […] hasta Adán. Había estado observando a esa familia y su linaje desde su origen hasta el nacimiento de ese hombre. Él fue preordenado en la eternidad a presidir esta última dispensación (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, 1997, pág. 104).
¿Adoramos a José Smith?
El élder Gerrit W. Gong, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
Nosotros adoramos a Dios el Eterno Padre, y a Su Hijo Jesucristo, no al profeta José ni a ningún otro hombre o mujer mortal (Gerrit W. Gong, “Todas las naciones, tribus y lenguas”, Liahona, noviembre de 2020, pág. 39).
El Presidente Nelson ha dicho también:
Yo sé que José Smith es el profeta preordenado que el Señor eligió para abrir esta última dispensación. Mediante él se ha restaurado la Iglesia del Señor en la tierra. José Smith selló su testimonio con su sangre. ¡Cuánto lo amo y lo honro! (Russell M. Nelson, “Escúchalo”, Liahona, mayo de 2020, pág. 92).
El Salmo de Nefi
Poco después de la muerte de Lehi, “Lamán, Lemuel y los hijos de Ismael se enojaron [con Nefi] a causa de las amonestaciones del Señor” (2 Nefi 4:13). Al escribir acerca de las constantes dificultades que tenían con ellos, Nefi registró sus sentimientos en un pasaje que a veces se conoce como “el salmo de Nefi”.
Si bien en este salmo se observa un Nefi algo entristecido, también reconoce el aprendizaje y las bendiciones que había recibido.
En el pasado el Señor le había ayudado de las siguientes maneras:
Había sido el apoyo de Nefi (2 Nefi 4:20).
Había guiado a Nefi a través de las aflicciones en el desierto (2 Nefi 4:20).
Había llenado a Nefi con Su amor (2 Nefi 4:21).
Había confundido a sus enemigos (2 Nefi 4:22).
Había oído su clamor (2 Nefi 4:23).
Le había dado conocimiento en visiones (2 Nefi 4:23).
Aún así Nefi se preguntó por qué había cedido al dolor y al pecado a pesar de lo que había visto y de lo que sabía (2 Nefi 4:26–27). Muchas veces nos sentiremos así y nos entristeceremos. Sin embargo, la comprensión de que el Salvador nos ayuda a vencer esos sentimientos de inconformidad, es lo que nos brindará el mismo consuelo que sintió Nefi.
El Élder Allen D. Haynie, de los Setenta, enseñó:
Hermanos y hermanas, si se sienten desalentados o se preguntan si alguna vez podrán salir del hoyo espiritual que han cavado, recuerden quién se “interpon[e] entre [nosotros] y la justicia”, quién está “lleno de compasión por los hijos de los hombres” y quién ha tomado sobre Sí nuestras iniquidades y transgresiones y “satisfecho las exigencias de la justicia” [Mosíah 15:9]. En otras palabras, como hizo Nefi en un momento de duda personal, recuerden simplemente “en quién h[an] confiado” [2 Nefi 4:19], a saber, Jesucristo; y entonces, arrepiéntanse y vuelvan a experimentar “un fulgor perfecto de esperanza” [2 Nefi 31:20] (véase Allen D. Haynie, “Recordemos en quién hemos confiado”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 123).
Advertencias a Nefi
En los primeros versículos de 2 Nefi 5 se encuentran advertencias del Señor a Nefi. Esto nos habla de la protección de Dios a sus siervos. Además de ser advertido Nefi, el Señor usa el modelo de profetas también para advertir peligros a todos. Por ejemplo, en 2 Nefi 5:5–6, muchos familiares de Nefi escucharon la advertencia que le hizo el Señor de que se marchara al desierto (véase también Amós 3:7).
El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, enseñó:
Parece que no hubiera límites en el deseo del Salvador de guiarnos hacia un lugar seguro y existe una constante en la forma en que nos enseña el camino. Él llama utilizando varios medios para que su mensaje llegue a aquellos que tengan la voluntad de aceptarlo; esos medios siempre incluyen el enviar el mensaje por boca de Sus profetas, siempre que la gente haya cumplido con lo que se requiera para tener entre ellos a los profetas de Dios. A esos siervos autorizados siempre se les manda que adviertan a la gente y les indiquen el camino a la seguridad (véase Henry B. Eyring, “Busquemos seguridad en el consejo”, Liahona, julio de 1997, pág. 27).
2 Nefi 5:20–21. ¿Cuál fue la maldición que sobrevino a los lamanitas?
En la época de Nefi, la maldición de los lamanitas fue que fueron “separados de la presencia del Señor […] a causa de su iniquidad” (2 Nefi 5:20–21). Eso significa que el Espíritu del Señor fue retirado de su vida. Posteriormente, cuando los lamanitas abrazaron el evangelio de Jesucristo, “la maldición de Dios no los siguió más” (Alma 23:18).
El Libro de Mormón también declara que a los lamanitas les sobrevino una marca de piel oscura después de que los nefitas se separaron de ellos. No se comprenden plenamente la naturaleza ni la apariencia de esa marca. Al principio, la marca distinguía a los lamanitas de los nefitas; luego, cuando tanto los nefitas como los lamanitas vivieron períodos de iniquidad y rectitud, la marca se volvió irrelevante como indicador de la condición de los lamanitas ante Dios.
En nuestros días, los profetas afirman que la piel oscura no es una señal de desaprobación ni maldición divina. La Iglesia adopta la enseñanza de Nefi de que el Señor “a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres” (2 Nefi 26:33). El presidente Russell M. Nelson declaró:
“[E]l Señor ha hecho hincapié en Su doctrina esencial de igual oportunidad para Sus hijos […].
Las diferencias culturales, de idioma, de sexo, de raza y de nacionalidad se vuelven insignificantes a medida que los fieles entran en la senda de los convenios y van a nuestro amado Redentor” (“President Nelson Remarks at Worldwide Priesthood Celebration”, 1 de junio de 2018, newsroom.ChurchofJesusChrist.org).
“Les aseguro que su posición ante Dios no la determina el color de su piel. La aprobación o desaprobación de Dios depende de su devoción a Dios y a Sus mandamientos, y no del color de la piel” (“Que Dios prevalezca”, Liahona, noviembre de 2020, pág. 94).
Maneras de ser feliz
Finalmente en el capítulo 5 se observan otras formas en que el pueblo logró ser feliz, tal como lo describie el versículo 27: “Y aconteció que vivimos de una manera feliz”.
2 Nefi 5:12. Tenían las Escrituras.
2 Nefi 5:6, 13. Vivían en familias y tenían hijos.
2 Nefi 5:26. Establecieron una iglesia.
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