Resumen de la clase
En una conversación privada en el monte de los Olivos, Jesucristo respondió a las preguntas de sus discípulos acerca de Su segunda venida. Mandó a Sus discípulos “no […] turb[arse]” (José Smith—Mateo 1:23) a pesar de las calamidades, la tribulación y la destrucción que precederá a la Segunda Venida.
Cerca del final de Su ministerio terrenal, Jesucristo enseñó a Sus discípulos, mediante la parábola de las diez vírgenes, la importancia de estar preparados para la Segunda Venida. Además enseñó la parábola de los talentos y la parábola de las ovejas y los cabritos para ayudar a Sus discípulos a saber cómo estar listos para Su segunda venida.
Aún cuando la clase comprende más libros, proporcionando más o menos las mismas historias y señales, nos enfocaremos en Mateo.
José Smith—Mateo 1:36–37 ¿Cómo será el momento en que el Salvador regrese?
En otra ocasión, el élder Neil L. Andersen expresó sus reflexiones sobre el momento en que Jesucristo regresará a la tierra en gloria:
Nada aumenta más mi deseo de hablar de Cristo que visualizar Su regreso. Aunque no sabemos cuándo vendrá, ¡los acontecimientos de Su regreso serán grandiosos! Vendrá en las nubes del cielo con majestuosidad y gloria con todos Sus santos ángeles. No solo unos cuantos ángeles, sino todos Sus santos ángeles. Estos no son los querubines de mejillas rosadas que pintó Rafael y que vemos en las tarjetas del día de San Valentín. Son los ángeles de los siglos, los ángeles enviados para cerrar la boca de los leones [véase Daniel 6:22 ], para abrir las puertas de la cárcel [véase Hechos 5:19 ], para anunciar Su tan esperado nacimiento [véase Lucas 2:2–14 ], para fortalecerle en Getsemaní [véase Lucas 22:42–43 ], para confortar a los discípulos al tiempo de Su ascensión [véase Hechos 1:9–11 ] y para iniciar la gloriosa restauración del Evangelio.
¿Pueden imaginarse ser arrebatados para recibirlo, ya sea en este lado del velo o en el otro? [véanse 1 Tesalonicenses 4:16–17 ; Doctrina y Convenios 88:96–98 ]. Esa es la promesa que Él ha dado a los justos. Esta asombrosa experiencia marcará nuestras almas para siempre.
(Neil L. Andersen, “Hablamos de Cristo”, Liahona, noviembre de 2020, págs. 90–91)
Mateo 24:24 ¿Cuáles son algunos ejemplos de falsedades y engaños en los últimos días?
El élder Gary E. Stevenson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, describió algunas de las formas en las que Satanás procura engañar al mundo en la actualidad.
Por ejemplo, él disfraza las consecuencias destructivas de las drogas ilícitas o el consumo de alcohol, y en cambio sugiere que darán placer. Nos sumerge en los varios elementos negativos que pueden existir en las redes sociales, incluidas las comparaciones debilitantes y la realidad idealizada. Además, él camufla otros contenidos oscuros y dañinos que se encuentran en línea, tales como la pornografía, descarados ataques a otros mediante el ciberacoso, y sembrando información errónea a fin de causar duda y temor en nuestros corazones y mentes.
(Gary E. Stevenson, “No me engañes”, Liahona, noviembre de 2019, pág. 95)
Lucas 21:26 ¿Cómo puedo resistirme a sentir temor y, en lugar de ello, aceptar el futuro con fe?
El presidente Russell M. Nelson enseñó en cuanto a la importancia de mantenernos conectados con el Padre Celestial y Jesucristo en tiempos de incertidumbre:
Por supuesto, nuestra máxima seguridad se produce cuando nos unimos al Padre Celestial y a Jesucristo. La vida sin Dios es una vida llena de temor. La vida con Dios es una vida llena de paz.
(Russell M. Nelson, “Acoger el futuro con fe”, Liahona, noviembre de 2020, pág. 75)
Mateo 25:6 ¿Cuál es la importancia de que el novio venga a medianoche?
La mayoría de las ceremonias de bodas judías solían realizarse por la noche. Varios pasajes de las Escrituras hacen referencia a que el Salvador regresará como ladrón en la noche (véanse la Traducción de José Smith de Lucas 12:44 [en la Guía para el Estudio de las Escrituras]; 1 Tesalonicenses 5:2 ; 2 Pedro 3:10 ; Doctrina y Convenios 45:19 ; 106:4). La llegada del novio a medianoche sugiere la hora inesperada del regreso del Salvador. El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) explicó:
Las vírgenes insensatas no estaban renuentes a comprar aceite; sabían que tenían que proveerse de este, pero simplemente lo aplazaron para más tarde, sin saber la hora en que llegaría el esposo […]. La medianoche es demasiado tarde para aquellos que han procrastinado.
(Spencer W. Kimball, Faith Precedes the Miracle, 1972, pág. 256)
¿Y si el día de Su venida fuese mañana?
El presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, enseñó lo siguiente:
Si supiéramos que mañana nos encontraríamos con el Señor, ya fuese por medio de nuestra muerte prematura o de Su inesperada venida, ¿qué haríamos hoy? ¿Qué confesiones haríamos? ¿Qué dejaríamos de hacer? ¿Qué problemas o desacuerdos solucionaríamos? ¿A quién perdonaríamos? ¿De qué cosas testificaríamos?
Si entonces hiciésemos esas cosas, ¿por qué no ahora? ¿Por qué no procurar la paz mientras se puede alcanzar? Si las lámparas de nuestra preparación están casi vacías, empecemos de inmediato a llenarlas.
(Dallin H. Oaks, “La preparación para la Segunda Venida”, Liahona, mayo de 2004, pág. 9)
Mateo 25 ¿Por qué las vírgenes prudentes no estaban dispuestas a compartir su aceite?
Hablando de por qué las vírgenes prudentes no compartieron su aceite con las insensatas, el presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) enseñó:
No se trató de egoísmo ni de falta de bondad. El tipo de aceite que se necesita para iluminar el camino y alumbrar en la oscuridad no se puede compartir. ¿Cómo se podría compartir la obediencia al principio del diezmo […]? ¿Cómo se podrían compartir las actitudes o la castidad, o la experiencia de haber servido una misión? ¿Cómo se podrían compartir los privilegios del templo? Cada uno debe obtener esa clase de aceite por sí mismo […].
En nuestra vida, el aceite de la preparación se acumula gota a gota por medio de una vida de rectitud […]. Cada acto de dedicación y obediencia constituye una gota que se agrega a nuestra reserva.
(Spencer W. Kimball, Faith Precedes the Miracle, 1972, págs. 255–256)
Mt. 25 ¿Qué sucede si alguien recibe más o menos de lo que yo recibo?
El élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, declaró:
El cultivo de nuestros propios talentos es la mejor manera de medir nuestro progreso personal […]. El comparar las bendiciones aleja casi por seguro nuestro gozo. No podemos ser agradecidos y envidiosos al mismo tiempo. Si realmente queremos tener el Espíritu del Señor y experimentar gozo y felicidad, debemos regocijarnos en nuestras bendiciones y ser agradecidos.
(Quentin L. Cook, “¡Regocijaos!”, Liahona, enero de 1997, págs. 32, 33)
¿De conformidad con qué acciones nos juzgará el Salvador?
El élder Joseph B. Wirthlin (1917–2008), del Cuórum de los Doce Apóstoles, declaró:
En el último día, el Salvador no nos preguntará por la naturaleza de nuestros llamamientos, ni por nuestras posesiones materiales ni por nuestra fama; sino que nos preguntará si atendimos al enfermo, si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento, si visitamos a los encarcelados o si socorrimos al débil [véase Mateo 25:31–40 ]. Cuando ayudamos al más pequeño de los hijos de nuestro Padre Celestial, lo ayudamos a Él [véase Mateo 25:40 ]. Esa es la esencia del evangelio de Jesucristo.
(Véase Joseph B. Wirthlin, “El gran mandamiento”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 30)
¿Qué espera el Señor que hagamos con lo que Él nos da?
El élder Stanley G. Ellis, del Cuórum de los Setenta, compartió reflexiones con respecto a la parábola de los talentos:
Al siervo que recibió cinco y devolvió diez, y también al que tomó dos y devolvió cuatro, se los declaró buenos siervos y fieles. Pero el que captó mi atención fue el siervo que recibió uno, lo cuidó y se lo devolvió a salvo a su señor. Me sorprendió la respuesta del señor: “… Siervo malo y negligente […]; [q]uitadle, pues, el talento […] [y] al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera” (véase Mateo 25:14–30).
Esto pareció ser una reacción severa hacia el que parecía tratar de cuidar lo que se le había dado; pero el Espíritu me enseñó esta verdad: ¡El Señor espera que haya una diferencia!
(Stanley G. Ellis, “¡Él confía en nosotros!”, Liahona, noviembre de 2006, pág. 52)
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