Resumen
Nefi expresó su deseo de que sus escritos agradaran a Dios y persuadieran a otras personas a seguir a Jesucristo. Lehi tuvo una visión en la que vio un hermoso árbol. Ese árbol y su fruto representaban el amor de Dios, y el “alma [de Lehi] se llenó de un gozo inmenso” (1 Nefi 8:12). Por medio de su visión, Lehi aprendió acerca del camino que debemos recorrer y cómo permanecer en él para disfrutar de las bendiciones del amor de Dios. Luego de escuchar a Lehi enseñar sobre el árbol de la vida y profetizar sobre la venida de Cristo, Nefi deseó aprender la verdad de las palabras de su padre por sí mismo.
Tres acontecimientos principales
Los acontecimientos que Nefi relató en 1 Nefi 7 podrían dividirse en tres partes principales.
Primero: 1 Nefi 7:1–5. Nefi y sus hermanos volvieron de nuevo a Jerusalén para convencer a la familia de Ismael de que se uniera a su viaje a la tierra prometida. Eso permitió que Nefi y sus hermanos se casaran y formaran familias.
Segundo: 1 Nefi 7:6–18. Lamán y Lemuel ataron a Nefi con la intención de dejarlo morir en el desierto, pero Nefi ejerció una gran fe y el Señor lo libró milagrosamente.
Tercero: 1 Nefi 7:17–22. Nefi perdonó sinceramente a sus hermanos por haber intentado matarlo y el grupo regresó adonde estaban Lehi y Saríah.
¿Cómo puedo perdonar a los demás?
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente:
“Perdonad, y seréis perdonados” [Lucas 6:37], enseñó Cristo en tiempos del Nuevo Testamento; y, en nuestros días: “Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres” [Doctrina y Convenios 64:10]. No obstante, es importante que cualquiera de ustedes que viva con verdadera angustia tenga en cuenta lo que no dijo. Él no dijo: “No se les permite sentir dolor verdadero ni pesar real por las devastadoras experiencias que hayan tenido por culpa de otra persona”. Ni tampoco dijo: “A fin de perdonar totalmente tienes que volver a una relación tóxica, o volver a circunstancias destructivas y de maltrato”. No obstante, a pesar de las ofensas más terribles que nos puedan sobrevenir, solo podemos elevarnos por encima de nuestro dolor al poner los pies en la senda de la sanación real. Tal senda es la senda del perdón que anduvo Jesús de Nazaret, quien nos invita a cada uno de nosotros: “Ven, sígueme” [Lucas 18:22] (Jeffrey R. Holland, “El ministerio de la reconciliación”, Liahona, noviembre de 2018, págs. 78–79).
El Sueño. 1 Nefi 8
Lehi le dijo a su familia que había tenido una importante visión en un sueño. A causa del sueño, Lehi se sentía feliz por Nefi y Sam, pero triste por Lamán y Lemuel (1 Nefi 8:2–4).
En la visión, Lehi vio a un hombre vestido con un manto blanco que le dijo que lo siguiera. Lehi lo siguió a un desierto obscuro y triste (1 Nefi 8:5–7).
Después de haber caminado en la obscuridad por muchas horas, Lehi oró para pedir ayuda (1 Nefi 8:8).
Entonces vio un árbol, cuyo fruto era blanco y dulce, y hacía felices a los que lo comían (1 Nefi 8:9–10).
Lehi comió del fruto y se llenó de gozo. Entonces deseó que su familia comiera del fruto porque sabía que también los haría felices (1 Nefi 8:11–12).
Lehi vio un río que corría cerca del árbol. En el manantial del río vio a Saríah, a Sam y a Nefi (1 Nefi 8:13–14).
Lehi llamó a su esposa y a sus hijos para que comieran del fruto. Saríah, Sam y Nefi fueron y participaron del fruto, pero Lamán y Lemuel no lo hicieron (1 Nefi 8:15–18).
Lehi también vio una barra de hierro y un sendero estrecho y angosto que conducía hacia el árbol (1 Nefi 8:19–20).
Vio a mucha gente que caminaba por el sendero o que se dirigía hacia él. Debido a un vapor de tinieblas, algunos se desviaron del sendero y se perdieron (1 Nefi 8:21–23).
Otros se aferraron firmemente de la barra de hierro y pudieron llegar hasta el árbol en medio de las tinieblas. Ellos comieron el fruto del árbol (1 Nefi 8:24).
Al otro lado del río había un edificio grande en donde había gente que se burlaba de los que habían comido del fruto. Algunos de los que comieron del fruto se avergonzaron y se alejaron del árbol (1 Nefi 8:26–28).
Lehi vio a mucha gente en el sueño que tuvo; algunos se aferraban firmemente a la barra de hierro al caminar en las tinieblas para llegar hasta el árbol, en donde comían del fruto. Otros se dirigían al edificio espacioso, o se ahogaban en el río o se perdían. Lamán y Lemuel no comieron del fruto. Lehi se preocupaba por ellos y trataba de ayudarles a obedecer los mandamientos de Dios (1 Nefi 8:30–38).
Significados del sueño de Lehi
A lo largo del capítulo 8 se nombran diversos elementos que tienen un significado.
El árbol representa el amor de Dios por medio de Jesucristo y Su expiación.
La barra de hierro representa la palabra de Dios.
El vapor de tinieblas representa aquellas cosas del mundo que nos distraen del Evangelio.
El edificio grande y espacioso representa el orgullo del mundo y las personas que tratan de desviarnos del Evangelio.
Sin duda, el elemento principal es el amor de Dios.
El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
La mayor manifestación del amor de Dios por Sus hijos es el ministerio terrenal, el sacrificio expiatorio y la resurrección del Señor Jesucristo. El fruto del árbol puede considerarse un símbolo de las bendiciones de la expiación del Salvador (véase David A. Bednar, “Vengan y vean”, Liahona, noviembre de 2014, pág. 109).
Significados aplicados
Un deseo de compartir el gozo con los demás
Cuando Lehi comió del fruto del árbol y experimentó gran gozo, deseó compartir ese gozo con su familia (véase 1 Nefi 8:12). El élder David A. Bednar también enseñó: “La reacción instantánea de Lehi, tras participar del fruto del árbol y experimentar gran gozo, consistió en un mayor deseo de compartirlo con su familia y de prestarle servicio. Así, al volverse a Cristo se volcó también a amar y a servir” (“Vengan y vean”, Liahona, noviembre de 2014, pág. 109).
Otro elemento importante: La Palabra. ¿Cómo puedo aferrarme a la barra de hierro?
El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó:
Permítanme sugerir que asirse constantemente supone, en gran medida, el uso constante, sincero y con actitud de oración, de las Santas Escrituras como fuente segura de verdad revelada y como una guía confiable para el recorrido por el sendero estrecho y angosto que lleva al árbol de la vida, sí, al Señor Jesucristo (David A. Bednar, “El sueño de Lehi: Asidos constantemente a la barra”, Liahona, octubre de 2011, pág. 36).
¿Cómo puedo evitar que me ciegue el vapor de tinieblas?
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
Es imperativo notar que ese vapor de tinieblas desciende sobre todos los viajeros, sobre los fieles y los resueltos (hasta podríamos decir los escogidos), y sobre los débiles y los que no tienen cimientos. El punto principal del relato es que los viajeros que tienen éxito resisten todas las distracciones, incluso la tentación de caminos prohibidos y las burlas provocadoras de los vanos y orgullosos que han seguido dichos caminos (Jeffrey R. Holland, “Seguridad para el alma”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 88).
El élder Kevin W. Pearson, de los Setenta, aconsejó:
A menos que estemos “asidos constantemente” [1 Nefi 8:30] a la palabra de Dios y la vivamos, nos volveremos espiritualmente ciegos en lugar de ser de ánimo espiritual. ¡Escudriñen el Libro de Mormón y las palabras de los profetas vivientes día a día, día tras día, todos los días! Es la clave para sobrevivir espiritualmente y evitar el engaño. Sin eso, estamos espiritualmente perdidos (Kevin W. Pearson, “Permanezcamos junto al árbol”, Liahona, mayo de 2015, pág. 115).
Un deseo de saber
En 1 Nefi 10 se muestra a un Nefi con deseos de saber lo mismo que su padre había sabido personalmente, sabiendo que el que busca diligentemente halla (10:17-19). En cambio sus hermanos Lamán y Lemuel no tuvieron interés en siquiera preguntar.
¿Cuáles son algunas de las razones por las que a veces no planteamos nuestras preguntas al Padre Celestial?
La presidenta Camille N. Johnson, de la Presidencia General de la Primaria, comentó:
Quizás sea porque no tenemos fe para aceptar la respuesta que pudiéramos recibir o porque el hombre o la mujer natural que tenemos dentro se resiste a poner las cosas completamente en manos del Señor y a confiar en Él totalmente (Camille N. Johnson, “Inviten a Cristo a ser el autor de su historia”, Liahona, noviembre de 2021, pág. 81).
¿Cómo puedo meditar?
Antes de ser llamado a los Setenta, el élder Gerald N. Lund observó:
Dediquen tiempo a meditar y a reflexionar. Aléjense del bullicio de la vida. Busquen un lugar tranquilo y dediquen tiempo simplemente a sentarse y pensar, a escuchar sus pensamientos y sentimientos, a abrirse a los susurros del Espíritu […].
A veces tenemos que dejar de lado deliberadamente los afanes del mundo, dejar de lado las prisas de nuestra vida cotidiana y buscar un lugar y un momento tranquilos para poder sentarnos a pensar, reflexionar y meditar, y escuchar esa voz suave y apacible que nos susurra (Gerald N. Lund, “The Voice of the Lord”, devocional en la Universidad Brigham Young, 2 de diciembre de 1997, págs. 9–10, speeches.byu.edu).