Resumen
Nefi registró los testimonios de su hermano Jacob y del profeta Isaías junto con su testimonio personal de Jesucristo. Nefi dijo esto acerca de Isaías: “… [M]i alma se deleita en sus palabras” (2 Nefi 11:2). Isaías utilizó un lenguaje simbólico para describir el poder y la santidad del Señor, y también profetizó acerca del Salvador y mencionó varios de Sus títulos y atributos.
Algunos pasajes con testimonios de Jacob, Isaías y Nefi:
Jacob: 2 Nefi 9:10–12, 20–23, 41; 10:25).
Isaías: 2 Nefi 16:1–3; 17:14; 19:6–7; 22:2; 24:3).
Nefi: 1 Nefi 11:31–33; 19:8–10; 2 Nefi 4:18–21; 25:26, 29).
¿Cómo puedo obtener o fortalecer mi testimonio de Jesucristo?
El presidente Dieter F. Uchtdorf, quien entonces formaba parte de la Primera Presidencia, enseñó:
Recibimos ese testimonio cuando el Espíritu Santo se comunica con nuestro espíritu. Recibiremos una certeza firme y apacible que será la fuente de nuestro testimonio y convicción, sin importar nuestra cultura, raza, idioma, posición social o económica. Esos susurros del Espíritu, más que solo la lógica humana, serán el verdadero fundamento sobre el cual edificaremos nuestro testimonio.
La esencia de ese testimonio será siempre la fe en Jesucristo y el conocimiento de Él y de Su misión divina, quien en las Escrituras dice de Sí mismo: “… Yo soy el camino, y la verdad y la vida” (Juan 14:6).
Por lo tanto, ¿cómo recibimos un testimonio personal que esté arraigado en el testimonio del Espíritu Santo? […].
Primero: Deseo de creer […].
Segundo: Escudriñar las Escrituras […].
Tercero: Hacer la voluntad de Dios; guardar los mandamientos […].
Cuarto: Meditar, ayunar y orar (véase Dieter F. Uchtdorf, “El poder de un testimonio personal”, Liahona, noviembre de 2006, págs. 38, 39).
Mi Redentor. 2 Nefi 11:2
Nefi se refiere al Cristo como “mi Redentor” en lugar de simplemente el Redentor. Es una posible indicación de cuánto el valoraba la redención de su propia alma.
Profecía de Isaías en estos días
¿De qué forma se están cumpliendo las profecías de Isaías en la actualidad?
El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) enseñó:
Desde que se dedicó el Templo de Salt Lake, hemos interpretado que ese pasaje de Isaías, que se repite en Miqueas (véase también en 2 Nefi 12) se aplica a esta sagrada Casa del Señor. Y, de ese lugar, desde el día de su dedicación, un número cada vez mayor de personas de todo el mundo en efecto han dicho: “… Venid, y subamos al monte de Jehová y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas”.
Creo y testifico que la misión de esta Iglesia es ser un estandarte a las naciones y una luz al mundo. Se nos ha dado un grandioso y global mandato que no podemos rehuir ni rechazar. Aceptamos ese mandato y estamos resueltos a cumplirlo, y, con la ayuda de Dios, lo cumpliremos (véase Gordon B. Hinckley, “Un estandarte a las naciones y una luz al mundo”, Liahona, noviembre de 2003, págs. 82–83).
Otras advertencias
El orgullo de los últimos días: 2 Nefi 12:6–12, 17. El Señor ha advertido repetidamente a Su pueblo en cuanto al orgullo. Beneficioso es comparar esto con Lucas 14:11.
Negarse a cuidar de los pobres y necesitados: 2 Nefi 13:13–15. Prestar particular atención al simbolismo del versículo 15.
La vanidad de las hijas de Sion: 2 Nefi 13:16–26. Aunque Isaías utilizó específicamente la expresión “las hijas de Sion” (versículo 16), sus palabras pueden aplicarse a todos nosotros.
Isaías utilizó las joyas, la ropa y otros símbolos para describir las conductas y las actitudes de las hijas de Sion, así como para reprenderlas y advertirles acerca de los juicios que sobrevendrían como resultado de su vanidad. Una pregunta para reflexionar podría ser: ¿Cómo nos ayuda la modestia en todos los aspectos de nuestra vida a representar al Señor y a traer a los demás a Él?
Visión
2 Nefi 16:1. ¿A quién vio Isaías?
Tanto Juan como Nefi testificaron que el Señor a quien Isaías vio era Jesucristo en su estado preterrenal (véanse Juan 12:41; 2 Nefi 11:2–3). Asimismo, otros profetas han sido testigos de una escena similar (véanse Apocalipsis 4:1–11; Doctrina y Convenios 110:1–5).
2 Nefi 16:5–8. ¿Por qué puso el ángel un carbón encendido sobre los labios de Isaías?
Cuando Isaías dijo “¡Ay de mí!, pues soy perdido” (2 Nefi 16:5), expresó que se sentía indigno de estar en la presencia del Señor. El carbón que los serafines pusieron sobre los labios de Isaías simbolizaba el ser purificado, limpiado y perdonado por medio de Jesucristo. A José Smith también se le dijo que sus pecados eran perdonados cuando fue llamado por el Señor (véase Doctrina y Convenios 20:2, 5–6; véase también “Historia, aprox. verano de 1832”, Relatos de José Smith sobre la Primera Visión, 2020, LaIglesiadeJesucristo.org).
2 Nefi 16:9–10. ¿Qué sabemos acerca del pueblo al que Isaías fue llamado a predicar?
El Señor le dijo a Isaías que la mayor parte del pueblo rechazaría sus palabras. Afirmaban oír y ver, pero decidieron no aceptar el espíritu del mensaje. Isaías predicó el mensaje del Señor e hizo responsable al pueblo de lo que aprendió, pero no aceptó.
¿Cómo puedo evitar desanimarme cuando reconozco mi debilidad?
La hermana Michelle D. Craig, de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, dijo:
Deberíamos recibir con ánimo los sentimientos de descontento divino que nos llaman a alcanzar una forma más elevada de hacer las cosas, al mismo tiempo que reconocemos y evitamos el desaliento paralizante de Satanás […]. Podemos elegir caminar por la senda superior que nos lleva a buscar a Dios y Su paz y gracia, o podemos escuchar a Satanás, quien nos bombardea con mensajes de que nunca estaremos a la altura […]. Nuestro descontento puede volverse divino, o destructivo (Michelle D. Craig, “El descontento divino”, Liahona, noviembre de 2018, pág. 53).
¿Qué significan los títulos del Salvador que se encuentran en 2 Nefi 19:6?
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó:
El hecho de que, con el tiempo, el principado estará sobre [los] hombros [de Jesucristo] afirma lo que algún día reconocerá todo el mundo: que Él es Señor de señores y Rey de reyes, y que un día gobernará sobre la tierra y sobre Su Iglesia en persona […].
En calidad de “Admirable Consejero”, Él será nuestro mediador, nuestro intercesor, quien defenderá nuestra causa en las cortes celestiales […].
“Dios Fuerte” transmite algo sobre el poder de Dios, sobre Su fuerza, omnipotencia e influencia inconquistable […].
El título “Padre Eterno” recalca la doctrina fundamental de que Cristo es un Padre: el Creador de incontables mundos, el Padre de la restauración de la vida física por medio de la Resurrección, el Padre de la vida eterna de Sus hijos e hijas procreados en espíritu y el único que obra en nombre del Padre (Elohim) mediante la investidura divina de autoridad (Jeffrey R. Holland, Christ and the New Covenant, 1997, págs. 80–81).
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