Páginas de introducción del Libro de Mormón

Escrito el 05/01/2024
Hernán Felipe Toledo

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Para la primera clase del año 2024, queremos traer una colección de citas que nos ayudarán a complementar las páginas introductorias, así como todo El Libro de Mormón como una obra con un propósito de testimonio.

¿Con qué frecuencia menciona a Jesucristo el Libro de Mormón?

El élder Gary E. Stevenson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

Élder Gary E. Stevenson

Leerán detenidamente los pasajes de ese preciado libro y hallarán a su amado Salvador, el Señor Jesucristo, en casi cada página. Se calcula que, en promedio, se usa alguna forma de Su nombre una vez cada 1,7 versículos (Gary E. Stevenson, “Vuélvanse al libro; confíen en el Señor”, Liahona, noviembre de 2016, pág. 47).

¿De qué formas puede bendecirme el estudio del Libro de Mormón?

El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) testificó:

Presidente Ezra Taft Benson

No es solo que el Libro de Mormón nos enseña la verdad, aunque en realidad así lo hace; no es solo que el Libro de Mormón da testimonio de Cristo, aunque de hecho también lo hace; hay algo más que eso. Hay un poder en el libro que empezará a fluir en la vida de ustedes en el momento en que empiecen a estudiarlo seriamente. Encontrarán mayor poder para resistir la tentación, encontrarán el poder para evitar el engaño, encontrarán el poder para mantenerse en el camino estrecho y angosto. A las Escrituras se las llama “las palabras de vida” [véase Doctrina y Convenios 84:85], y en ningún otro caso es eso más verdadero que en el caso del Libro de Mormón. Cuando ustedes empiecen a tener hambre y sed de esas palabras, encontrarán vida en mayor abundancia (véase Ezra Taft Benson, “El Libro de Mormón: La [piedra] clave de nuestra religión”, Liahona, octubre de 2011, pág. 57).

El presidente Thomas S. Monson (1927–2018) testificó:

Presidente Thomas S. Monson

Imploro que cada día todos estudiemos y meditemos sobre el Libro de Mormón con espíritu de oración. Al hacerlo, estaremos en condiciones de oír la voz del Espíritu, resistir la tentación, superar la duda y el temor, y recibir la ayuda del cielo en nuestras vidas. De ello testifico con todo mi corazón (Thomas S. Monson, “El poder del Libro de Mormón”, Liahona, mayo de 2017, pág. 87).

¿Cómo puedo dedicar tiempo a estudiar el Libro de Mormón?

El élder Gary E. Stevenson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

Élder Gary E. Stevenson

A fin de que el Libro de Mormón llegue a ser la piedra clave de su testimonio, les ofrezco una invitación. Recientemente me enteré que muchos jóvenes dedican un promedio de siete horas al día a ver pantallas de televisión, computadoras y teléfonos inteligentes. Considerando eso, ¿harían un pequeño cambio? ¿Reemplazarán parte de ese tiempo diario dedicado a las pantallas —en particular el que dedican a redes sociales, internet, juegos o televisión— por la lectura del Libro de Mormón? Si los estudios estadísticos que mencioné son correctos, podrían hallar tiempo para el estudio diario del Libro de Mormón fácilmente, aunque solo sea diez minutos al día. Y pueden estudiar de un modo que les permita disfrutarlo y entenderlo; ya sea en sus dispositivos electrónicos o en el formato de libro (Gary E. Stevenson, “Vuélvanse al libro; confíen en el Señor”, Liahona, noviembre de 2016, págs. 46–47).

¿Cómo tradujo José Smith el Libro de Mormón?

El élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

Élder Ulisses Soares

El proceso de traducción del Libro de Mormón fue también un milagro. Este antiguo registro sagrado no fue “traducido” del modo tradicional que los eruditos traducirían un texto antiguo, es decir, estudiando ese idioma antiguo. Debemos considerar el proceso más como una “revelación” con la ayuda de instrumentos físicos que el Señor proporcionó y no como una “traducción” hecha por un experto en idiomas. José Smith declaró que por el poder de Dios él “traduj[o] de [jeroglíficos] el Libro de Mormón, cuyo conocimiento se había perdido para el mundo, un acontecimiento maravilloso en el cual estuv[o] solo, un joven sin instrucción, para combatir con una nueva revelación la sabiduría mundana y la ignorancia colectiva de dieciocho siglos”. La ayuda del Señor en la traducción de las planchas —o revelación, por así decirlo— también se vuelve evidente al considerar el milagro del corto tiempo que le tomó a José Smith traducirlas (Ulisses Soares, “La salida a luz del Libro de Mormón”, Liahona, mayo de 2020, pág. 33).

El Ensayo sobre Temas del Evangelio titulado “La traducción del Libro de Mormón” proporciona información adicional:

Emma Smith

La esposa de José, Emma, explicó que ella “escribía con frecuencia día tras día” en una pequeña mesa de su casa de Harmony, Pensilvania. Describió a José “sentado, con el rosto oculto en el sombrero, con la piedra en su interior, y dictando, hora tras hora, sin nada entre nosotros dos”. Según Emma, las planchas “solían estar sobre la mesa, sin ánimo alguno de ocultarlas, envueltas en un mantel pequeño”. Cuando se le preguntó si José había dictado de la Biblia o de un manuscrito que había preparado con antelación, Emma negó categóricamente esas posibilidades: “No tenía ningún manuscrito ni libro del que pudiera leer”. Emma le dijo a su hijo, Joseph Smith III: “La autenticidad del Libro de Mormón es divina. No tengo la más mínima duda al respecto. Estoy convencida de que ningún hombre habría podido dictar los manuscritos si no hubiese sido inspirado; pues, cuando fui su escriba, tu padre me dictaba hora tras hora; y cuando retomábamos la labor tras las comidas o tras una interrupción, inmediatamente comenzaba donde lo había dejado, sin ni siquiera ver el manuscrito ni hacer que le leyese parte alguna de él” (Ensayos sobre Temas del Evangelio, “La traducción del Libro de Mormón”, topics.ChurchofJesusChrist.org).

¿Por qué son tan importantes los testimonios de los Tres Testigos y de los Ocho Testigos?

El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, testificó:

Presidente Henry B. Eyring

Los Tres Testigos jamás negaron su testimonio del Libro de Mormón; no podían hacerlo porque sabían que era verdadero. Realizaron sacrificios y pasaron dificultades inimaginables para la mayoría de la gente. Oliver Cowdery dio el mismo testimonio del origen divino del Libro de Mormón en su lecho de muerte. Pero, en los momentos de prueba, flaqueó su fe en que José Smith seguía siendo un profeta de Dios y en que el único medio para llegar al Salvador era por medio de Su Iglesia restaurada. El hecho de que durante sus largos períodos de distanciamiento de la Iglesia y de José continuaran afirmando lo que habían visto y oído hace que su testimonio sea aún más poderoso (véase Henry B. Eyring, “Un testimonio imperecedero de la misión del profeta José Smith”, Liahona, noviembre de 2003, pág. 90).

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